PRINCESA A SU MANERA
Amanecía un nuevo día en las tierras de mi querido padre,
me levanté donde horas antes me había ido a dormir, en el viejo lago de las ranas verdes. Cuando me desperté, estaba
al lado de mi madre y mis hermanas,
que me proporcionaban calor para no resfriarme. En esa época hacía frío por las
noches y nuestras plumas color rosa se congelaban, nuestras patas, al ser muy
finas y alargadas, también pasaban frío, y nuestro cuello, largo y elegante,
tampoco ayudaba a calentarnos.
Al despertar, con la
ayuda de nuestros picos, cazamos algunos cangrejos sin mucho esfuerzo. Ese día
me sentía muy bien, me sentía como una verdadera princesa en medio de mi historia.
Esa mañana, mi padre había ido a cazar alguna presa despistada.
Él era muy diferente a nosotras,
era blanco, con alguna mancha negra. Era muy
fuerte y nos protegía día y noche. Todas las tierras de alrededor eran suyas y controlaba a todos los
animales que habitaban ahí.
Fotografia: Maria Gallego |
Como veis, todo era perfecto hasta unos días atrás. Unos
seres muy temidos en nuestras tierras llegaron sin mucha vergüenza. Había oído
hablar de ellos en las leyendas que me explicaban cuando era pequeña. Eran los
humanos. Son seres muy extraños, todos son iguales. Un día, en el lago de al lado,
escuché que hablaban de ellos, querían destruir
nuestras tierras para poner sus peculiares construcciones encima. Yo pensaba
que todo eran leyendas para que los pequeños no se alejaran mucho, pero ahí lo
tenía, delante de mí, un humano.
Como os decía, hacía
un tiempo que habían llegado, y cada día destrozaban un hogar diferente,
árboles y campos eran arrasados sin consecuencias. Mi padre no podía ver cómo
cada día que pasaba destrozaban un poco más sus tierras y su gente, así que
decidió hacer un sorteo diario para evitar destrozar tantas tierras. Cada día,
moriría alguien por el pueblo, y él y su hogar serían entregados a los humanos para satisfacerlos.
Así que empezó el
sorteo, que día a día se iba repitiendo. El primer día le tocó a un precioso
conejo de color blanco, a continuación a una
pequeña rana, y así sucesivamente hasta el día de hoy.
Hoy, al mediodía,
todos nos hemos reunido en la charca principal, donde cada día se sortea quién
será entregado a los humanos.
Una sensación extraña se retorcía por mi cuerpo cuando la
ruleta se ha parado en seco, no
veía muy bien a causa de la acumulación de animales, pero al ver su reacción me
he temido lo peor. Ellos, uno a uno, se han ido apartando, y ahí estaba, en la
ruleta, mi nombre apuntado, y, al lado, mi padre, atemorizado.
Como buen rey que es, ha aceptado el resultado, me he
despedido de él y de todos, y me he dirigido hacia el poblado humano. Ahí me he
encontrado una acumulación de ellos inimaginable. Parecía una colmena de
abejas, pero con un tamaño colosal. Al verme, todos se han parado en seco, uno
de ellos se ha dirigido hacia mí con un paso firme y con un artilugio en la
mano. Era grande, se parecía a la nariz de los peces espada, cosa que siempre
me han dicho que me acerqué a ellos. Sin pensármelo mucho, he cerrado los ojos
y he esperado a que ese objeto atravesara mi plumaje y se clavara en mi cuerpo.
En ese momento oí unos ruidos muy extraños, parecían
gritos, cada vez menos y más débiles, no me atrevía a abrir los ojos, pero de
golpe, sentí que debía abrirlos.
Un precioso león color canela, colocado delante de mí,
había matado a todos aquellos que antes me observaban atentamente, y de golpe,
del suelo sucio de sangre apareció una preciosa rosa roja, que él, con sus uñas
manchadas de carne me ha acercado con timidez.
Guanyadors de 2n d'ESO C
Text: Carme Habela
Perfil: Marina Prunell