La Blanca, la parella d’en Carlos Miranda, professor del Vives el
curs passat que lamentablement va morir a principis del mes d’agost, ens ha
enviat una carta molt emotiva en record d’en Carlos.
San
Esteban de Gormaz (Soria), 13 de agosto de 2016
Érase
una bicicleta a un hombre pegado. Érase una mochililla a un hombre pegado.
Éranse unos mapas, unas rutas, unos países, unos idiomas; érase Grecia, la
cultura clásica a un hombre pegado; érase la música, la cocina, la gastronomía,
las aves, los árboles, las montañas, los perfiles del horizonte, el sol, el
amanecer, las ermitas emplazadas en lugares bucólicos, el mar, … a un hombre
pegados.
Un
hombre que caminaba por el mundo serenamente y en paz. En realidad, él era la
Paz personificada. ¿Alguien puede decir que discutió con él alguna vez en su
vida? Tenía tres pantalones y ocho camisetas y todavía pensaba que le sobraba.
No necesitaba nada. Tampoco le faltaba cariño, ¡pues era tan entrañable! ¡Él te
llegaba hasta las entrañas! Dejaba huella incluso en desconocidos con los que
conversaba en sus múltiples viajes, en cualquier lengua.
Foto extreta de http://www.sanbur.es/2016/08/hasta-siempre-charli.html |
Él
no era turista, sino que exploraba pueblos y conocía a sus gentes, rehuía de
tópicos típicos. Era un alma libre, valiente, positiva, ingenua hasta el
límite. Era el alma más buena, más pura, auténtica, limpia. No mostraba
apariencias, era la más absoluta honestidad.
Yo
le dije muchas veces que éste era un mundo mejor gracias a que él vivía en él.
¿Qué podemos hacer ahora, tras su terriblemente inmensa ausencia?
He
sido la mujer más afortunada del mundo. Me tocó a mí. ¡Semejante ser humano me
tocó a mí! ¡Nos tocó a todos! No existe alivio para tanto desconsuelo y, sin
embargo, él querría vernos a todos contentos. No nos queda más remedio que
cumplir su deseo, tardemos lo que tardemos.
Al
margen de religiones, si ya los sabios romanos o griegos (“que eran tan
listos”) lo decían, como así lo hizo Platón, el alma permanece, aunque pierda
la carcasa que la transporta y hace visible. De este modo, aun albergando la
duda, quiero creerlo y tengo casi la completa convicción.
Es
decir, Charli, Juan Carlos, Karolos, mi Charlitín, es un alma ingente,
descomunal. Se marchó desgarrándome buena parte de mi alma, pero me dejó
generosa parte de la suya. Pero tan desproporcionadamente grande tiene el alma,
que dejó un gran pedazo de ésta a toda la familia y a todos los que
compartieron parte de su vida.
Charli,
cariñito mío, viajarás dentro de todos nosotros. Nunca te has marchado,
permaneces aquí. Cuando yo abandone mi carcasa buscaré a mi buenisisisisisísima
y añorada madre y tú me acompañarás dándome la bienvenida. Nos uniremos de
nuevo para siempre. En esta ocasión sí nos dará tiempo a casarnos y a traer
Charlitines al mundo.
Las
almas buenas y llenas de amor vuelven a vivir, son necesarias en el mundo.
Porque no existe bondad y maldad como pilares de nuestra existencia. Los que
existen son el amor y el miedo. No es la maldad, sino el miedo, el generador de
envidias, guerras, arrogancias. Hagamos como él y no tengamos miedo. El amor es
mayoría, aunque sea más silencioso.
Volverás,
Charli, sólo te has ido físicamente. Volveremos a vernos y abrazarnos. Por el
momento, me tendré que confortar viéndote en cada pajarillo o cada árbol. Vamos
a trasplantar la encinita que hiciste nacer en tu ventana, tal y como era tu
deseo.
Sólo
hay una palabra que puede resumir lo que todos sentimos por ti: GRACIAS.
Hasta
siempre,
Tu
Blanquita